EL NIÑO MINOTAURO Y
EL CUERPO
El minotauro era un niño con
cabeza de niño y cuerpo de toro. Decidió hacer un viaje porque tenía cuatro
patas y pensaba que si una persona de dos patas hace un viaje, el tenía el
deber por tener cuatro patas de hacer un viaje. Hizo un mapa. Primero iría para
el este hacia el sol todo lo que pudiera. En una ciudad desierta encontró casas
abandonadas y un bar. Entró y había un minotauro cuando fue a encararlo lo
llamó y al darse vuelta vio que era una niña y lo consternó, le dijo que no
podía haber una niña en la cabeza de un toro, que eran machos. –Ya ves que no
es así. Tengo cuerpo de macho pero soy una niña como tú. –No como yo, yo soy
macho entero.
Entonces al ver que no se
entendían, le retó a un duelo, que como macho no podía rechazar.
–Para mañana traeme a tres amigos
tuyos que sean verdaderamente amigos, yo haré lo mismo y veremos qué tan macho
eres.
Lo aceptó.
Pensó que todo el mundo era como
él, así que creyó que sería fácil cumplir la tarea y demostraría que era cien
por ciento macho. Entonces decidió volver a buscar a sus amigos, pero ya había
recorrido meses y sólo tenía veinticuatro horas para encontrarlos. Como era
imposible decidió hacer trampa y a los primeros tres que encontrara les pediría
que se hicieran pasar por amigos. No encontró a nadie a las doce horas, pegó la
vuelta y pensó en cambiar de camino pero no llegaría así que siguió línea
recta. Cuando se cumplió la hora no tenía amigos y ella llevaba seis amigas.
Decepcionado aceptó su derrota diciendo –sí, ya sé, te sobran las amigas. Me
querés demostrar que superás tus desafíos.
–No, te quiero mostrar que
empatamos. Estas tres amigas son para vos.
–Sí, pero si no me conocen.
–Ah, ¿no? Mirá. ¿Cómo es él? –le
preguntó la niña a las tres amigas que lo habían seguido las veintricuatro
horas que caminó hacia el oeste, por el desierto, bajo el pleno sol, y volvió
por el mismo camino.
–Él tenía sed y tomó de un chaco
podrido como las personas y nosotras hicimos lo mismo. Casi lo matan por su
cuerpo y él le decía: pero soy un niño y ellos querían comerse el cuerpo del
toro. Entonces nosotras lo atrajimos al resero, quería agarrarnos a todas, lo
apretamos y salió despavorido. Luego llegamos acá contigo.
3/9/13
Por Kari Obertini